AL clamar a Dios pidiendo ayuda, el salmista recuerda la bondad de Dios hacia él en el pasado: “Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar” (v. 1Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;
Ten misericordia de mí, y oye mi oración). ¿Ha hecho Dios esto por nosotros alguna vez?
El versículo 2Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? nos enseña que uno busca lo que ama. Midámonos con esta regla: ¿Qué hemos buscado con ansiedad recientemente? Eso es lo que amamos. No podemos decir que amamos “el reino de Dios y su justicia” a menos que lo estemos buscando más que cualquier otra cosa (Mt. 6:33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas). El versículo 4Temblad, y no pequéis;
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. nos enseña que el temor de Dios es el antídoto contra el pecado y que la cama sirve para meditar. Muchos de nuestros desvelos se deben a nuestro descuido de Dios. ¿Podremos decir lo del versículo 8En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado al acostarnos esta noche? Poder decirlo depende de cómo hayamos vivido durante el día.
Pobres de aquellos cuya felicidad depende de la abundancia de comida y bebida. Dios quiere llenar nuestras vidas de gozo inefable y glorioso que no depende de nuestras circunstancias (1 P. 1:8a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso). ¿De qué está llena su vida?