El pacto del pueblo con Dios fue violado, las tablas de la ley fueron quebradas, el becerro de oro fue desmenuzado y esparcido sobre las aguas que bebían los hijos de Israel. Ahora Moisés se dirige a Aarón porque él tiene mayor responsabilidad (Stg. 3:1Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.). Éste trata de negar su culpa al atribuir el becerro, primero al pueblo y luego a la casualidad, añadiendo así un pecado más a su cuenta (Comp. vs. 2 y 4Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. ). Así somos todos: lentos para admitir faltas y ligeros para culpar a otros.
Al llamado a escoger entre la idolatría y Jehová, responden favorablemente los hijos de Leví (v. 26se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.). Habían tomado parte en la rebeldía, pero se arrepienten y se identifican con Jehová. Necesitamos hoy quienes se manifiesten enérgicamente contra la maldad que penetra en la iglesia y arruina el testimonio.
Moisés vuelve a interceder por el pueblo, pero él no es un sustituto aceptable (Sal. 49:7Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate). Su voluntad de ser raído del libro nos hace pensar en aquél que se ofreció sin mancha a Dios para llevar el castigo que a nosotros nos correspondía (Heb. 9:14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?).