La dirección y protección de Dios las podemos y las debemos experimentar diariamente. La columna de nube y fuego nos habla de lo primero. De día, los israelitas tenían una nube que los guiaba y les daba sombra; de noche la columna de fuego iluminaba su camino.
Así el Espíritu Santo nos acompaña, guía e ilumina tanto en días alegres como en noches tristes (Jn. 14:16,2616Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre 26Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.; 16:13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. ).
Faraón no había terminado con Dios y Dios no había terminado con Faraón. El rey de Egipto cambió de parecer una vez más y pensó que sería fácil capturar y hacer volver a los esclavos que había perdido. Israel estaba en peligro: delante estaba la barrera formada por el mar, a los lados había enormes montañas y detrás estaba Faraón con su ejército.
Parecía que la nube los había guiado mal porque estaban en un callejón sin salida. Si por seguir a Cristo nos encontramos en dificultades recordemos esta historia y aprendamos a confiar en él.
Recordemos que Dios nos dice: “Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.).