En la lectura del día 10 de septiembreDeuteronomio 15:1-23
LEYES ENTRE HERMANOS, veíamos que no faltarían menesterosos en medio de la tierra (15:11Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.) y el Señor, al comentar sobre esto dijo: “Y cuando queráis les podréis hacer bien” (Mr. 14:7Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.). Pero, ¿qué bien podríamos hacer a los que Dios ha elegido “para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman” (Stg. 2:5Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?)?
Nuestra lectura nos hace pensar que más bien es a la inversa. Devolverle al pobre lo que nos ha empeñado, antes del momento en que lo necesite, hará que él y Dios nos bendigan (v. 13Sin falta le devolverás la prenda cuando el sol se ponga, para que pueda dormir en su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante de Jehová tu Dios.).
Quedarnos con el jornal que el pobre ha devengado con su trabajo hará que él nos maldiga (v. 15En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.).
Hay tres casos más: el extranjero, el huérfano y la viuda. A estos los tengo que ayudar porque el primero no conoce la misericordia de Dios; el segundo carece, en su debilidad, de quien lo proteja; la tercera nos habla de la condición del que vive sin fe y sin esperanza en el mundo. Los tres me recuerdan mi condición antes de conocer a Cristo. Es saludable recordar nuestro pasado para así sentir motivación para obedecer a Dios (v. 22Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.).