El Maestro reprende a los doce por tres errores:
Los lugares de privilegio han de buscarse en la victoria y en la lucha. Es fácil sentarse a la derecha, cuando en tiempos de paz el rey empuña el cetro; no así cuando en la batalla empuña la espada y nos pide luchar a su lado (comp. v. 39Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados con 8:34Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.).
¡Es tan fácil imitar a los hombres y dirigir a gritos e imponerse a la fuerza! No así imitar al Maestro: tomar un lebrillo, ceñirse una toalla y predicar con el ejemplo (1 P. 5:2,3 2Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.).
3) Misión sin Misericordia (vs. 48,49 48Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.).
Es fácil juntar una multitud y hacerlos callar para que me escuchen. Lo difícil viene cuando yo callo y escucho sus súplicas y concedo sus deseos. Esto fue lo que hizo el Siervo perfecto. Dejó a un lado su plática, se detuvo en su camino y atendió a un ciego. El mendigo que lo solicitaba valía más que la multitud que lo aclamaba.
Sea nuestra petición sufrir por Cristo, nuestro propósito servir a Cristo y nuestra preocupación satisfacer con Cristo al necesitado.