Junio 11

Jueces 8:1-35Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

DESPUÉS DE LA VICTORIA

Los hombres de Efraín murmuran por sentirse menospreciados. Se quejan porque Gedeón no los había llamado a la batalla. Gedeón responde sabiamente y evita la disensión practicando lo que Pablo aconseja en Filipenses 2:1-51Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Las contiendas nacen por egoísmo y desaparecen cuando estimamos a los demás como superiores a nosotros mismos. Resuelto el problema de disensión, el pueblo pasa a una nueva victoria.

Los de Sucot y Peniel no quisieron ayudar al ejército de Israel. Eran tibios de corazón y tal vez aliados secretos de Madián. Después de la victoria Gedeón azota a sesenta y siete varones de Sucot con espinas y abrojos del desierto y derriba la torre de Peniel.

También hay en la iglesia los que quieren quedar bien con el enemigo: el mundo, y por eso temen ser identificados plenamente con su Señor. No quieren correr riesgos por Cristo y les preocupa mucho su imagen ante el mundo. Los tales necesitan las espinas y abrojos de la adversidad y que sea derribada la torre de su jactancia carnal.

“El Sembrador”
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