Mayo 19

Josué 11:1-23Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

LA FUERZA DEL CABALLO

Ayer leímos de cómo Dios entregó en las manos de Josué a todos los reyes del sur. La lectura de hoy marca otro encuentro de Josué, ahora con los del norte del territorio prometido (v. 2y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente).

Salieron contra él con todos sus ejércitos, como la arena del mar (v. 4Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra.). Cualquiera que viera un ejército con estas dimensiones se atemorizaría. Por eso dice Dios a Josué: “No tengas temor” (v. 6Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego.), y promete entregárselos al siguiente día, cosa que cumplió (v. 8Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno.).

¿Por qué manda Dios que desjarrete los caballos y queme los carros (v. 9Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego.)? Sin duda fue para que el ejército israelita no dijera: Los vencimos, nos apoderamos de sus carros y ahora somos más fuertes que ellos. Dios no quiere que confiemos en armas ni en caballos sino en su poder (Is. 31:1¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!). Dios manda: Destruyan las señales del poderío humano. Ustedes irán a la batalla en mis fuerzas y confiarán en mi nombre porque yo peleo por ustedes.

Retadora lección para nosotros. ¿Cómo salimos a vencer a nuestros enemigos? Cuando los vencemos, ¿tomamos lo que nos hace falta para ser, según pensamos, más poderosos que ellos? Recordemos que Dios dice: Destrúyelo todo.

“El Sembrador”
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