Dios conoce los peligros que asechan a sus hijos. Asa comenzó bien; había obtenido una gran victoria y, a su retorno, un profeta sale a su encuentro con una amonestación necesaria y oportuna.
Hay peligro tras las grandes victorias y haremos bien si prestamos más atención a las palabras fieles de amonestación que a las palabras lisonjeras de felicitación. Si queremos seguir prosperando debemos mantener los ojos puestos en Dios y no en nuestras hazañas.
La exhortación del versículo 7Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra. es una que debemos apropiar a nuestro servicio. Nuestro móvil no debe ser ganar galardón. Debe ser el amor de Cristo el que nos constriña a servir. Nuestra meta, más que el premio, debe ser su gloria. Pero hay galardón (1 Co. 15:58Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.; 2 Jn 8Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.).
La reacción de Asa y del pueblo a las palabras del profeta fue inmediata y positiva: reparó el altar, reunió al pueblo, sacrificó a Jehová el botín de guerra y renovó el pacto de buscar a Dios de todo su corazón. “De todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos” (v. 15Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes.). Así es hoy: el que busca, halla (Mt. 7:7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.).