Nahum guarda un lugar muy particular dentro de los libros proféticos. Se ocupa solamente de la destrucción de los asirios y su capital Nínive. Muchos lo juntan con Abdías y lo llaman un libro cerrado en el sentido de que sus profecías ya han sido cumplidas. Esto puede llevarnos a una conclusión errónea: no es importante leer estos libros.
Es nuestro deseo marcar lo equivocado de esta hipótesis. Ciertamente Asiria ha sido destruida pero, ¿qué diferencia hay entre aquellos días y los de hoy? De muchos pueblos se puede decir hoy: “Ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje” (3:1¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje!), y ¿acaso Dios cambia en su forma de juzgar y castigar al rebelde?
Nahum es el último de los profetas que se ocupan de Nínive. El primero fue Isaías, y el que más recordamos, Jonás. Ante la predicación de éste hubo arrepentimiento, pero la voz de Nahum llega cien años después, como la última voz de Dios que anuncia lo irreversible de su castigo. Éste es otro punto fuerte de comparación para el día de hoy: tal vez la voz de Dios se está escuchando ya en los labios de sus últimos mensajeros. Leamos pues esta profecía con interés.