Con estas palabras abre el profeta el capítulo siete, pero su desesperación se torna en esperanza antes de acabar su profecía (v. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.). La razón es que sus ojos ya no miraron la tierra sino a Dios (v. 7Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.).
La tierra le pareció un huerto, pasado el verano, cuando hay árboles (hombres), pero sin fruto (rectitud y justicia). En estas condiciones tienen mucho de semejante con el espino y la zarza (v. 4El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión. ).
En su segundo canto personifica a Jerusalén (vs. 8-138Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. 9La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia. 10Y mi enemiga lo verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía: ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles. 11Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los límites. 12En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y de monte a monte. 13Y será asolada la tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras.). Ve su pecado: “caí”; su castigo: “aunque more en tinieblas”; su esperanza: “me levantaré” y su resolución: “Jehová será mi luz” (v. 8Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. 9La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia.).
Dos pueblos hablan: Jerusalén y Asiria. Para el primero habrá luz, para el segundo, vergüenza.
En su tercer canto se ocupa de Dios, un Dios que perdona (v. 18¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.), que tiene misericordia (vs. 15,16,1915Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto. 16Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos. 19El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.) y que cumple su palabra (vs. 14,2014Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.).
Es maravilloso pensar que:
1) En profecías como ésta, en donde la injusticia del hombre se subraya, salen joyas que hablan de la misericordia de Dios (v. 18¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.).
2) No hay nada que haga a Dios cambiar sus planes (v. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.).
3) Yo puedo decir lo mismo que Jerusalén: “Jehová será mi luz” (v. 8Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.).