Noviembre 13

Jeremías 43:1-13Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

“Y ENTRARON EN TIERRA DE EGIPTO”

En este capítulo tenemos dos cosas que aprender:

1. La actitud de los varones soberbios.

Ellos habían escuchado tras sus espaldas: “Este es el camino, andad por él” (Is. 30:21Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.), mas no obedecieron. “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!” (Hch. 7:51¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.). Así ve Dios al disidente. Cuando el orgullo penetra en el corazón hay resistencia al Espíritu Santo y entonces Dios permitirá que los suyos sean zarandeados para que, una vez vueltos, haya confirmación (Lc. 22:31,3231Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.). Si Dios permite una caída en mi vida es para que, vuelto, después de haber destruido mi orgullo y presunción, le ame más y sea sincero en todos mis actos, y reconozca que todo es obra de él; nada hay que yo haya hecho.

2. El ministerio de Jeremías.

¿Necesitaba Dios que el remanente llegara a Egipto para declarar juicio contra él? No, ya lo había declarado (27:7,87Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes. 8Y a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano. ), no fue para esto que Dios llevó a Jeremías a Egipto, pues él también se encontraba en Tafnes. Estando allí, participa de las obras de los demás, pero sí advierte de castigos venideros buscando el arrepentimiento.

Es ejemplo a los que ahora pastoreamos. El descarriado necesita que Dios le hable y su siervo está a la mano para amonestar y advertir.

“El Sembrador”
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