En este capítulo hay elocuentes figuras que describen la maldad e insensatez del pueblo de Israel. Estudiémoslas:
Dios no se olvida de cómo le buscaron en el desierto, sin embargo, para ellos, esos días de gloria han pasado. ¡Incomprensible! Una novia difícilmente se olvida del amor y la devoción de su esposo, ni de la gloria y honra con que fue colmada el día de su boda.
Las naciones vecinas tenían los mismos dioses desde sus orígenes. Ni aun cuando fueron conquistadas por Josué dejaron de adorar a sus ídolos. Pero Israel cambió la gloria de Jehová de los ejércitos, Inmortal, Invisible y Todopoderoso, por ídolos de metal, piedra o madera.
3. El suplir de sus necesidades (v. 13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.).
Los “dos males” son el no haber valorado las bendiciones de Dios (fuente de agua viva) y creer que en sus propias fuerzas encontrarían mejores soluciones (cavar cisternas).
Antes de condenar al pueblo veamos si no hemos hecho lo mismo.