Octubre 4

Jeremías 4:1-31Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

“LAVA TU CORAZÓN DE MALDAD”

En el trato de Dios con su pueblo, dos cosas son notables:

1. A pesar de tanto desprecio, Dios los sigue amando.

2. La condición que Dios pone es invariante: limpieza.

Dentro de este marco de misericordia y justicia, Jeremías ha de presentar la razón del castigo inminente. Había dos posturas falsas que debería combatir:

1. La fatalista. Habían errado el camino, Dios los castigaría, y esto sería el fin. ¿Por qué preocuparse?, decían éstos.

2. La optimista. ¡Vamos a arrepentirnos! Dios olvidará nuestros pecados y ya no habrá castigo, así pensaban otros.

Notemos cómo Satanás, el engañador, aún presenta estas dos tesis al hombre de hoy: “Si Dios existe, es imposible que satisfagas sus demandas; así que, diviértete”. O bien: “Un buen arrepentimiento al final es todo lo que necesitas”.

Frente a estos engaños la voz de Jeremías debía tronar. Arrepentimiento no es palabras ni hechos fríamente calculados para escapar de la condenación. Es algo que nace con dolor intenso al sentir lo pecaminoso de mis hechos frente a Dios.

“El Sembrador”
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