Dios no hace un recuento histórico para justificar su acción, ni para poder decir el clásico: Te lo dije. Si Dios les recuerda las veces que los amonestó y les avisó del peligro, es porque deseaba subrayar su amor y paciencia.
La nueva lección es de juicio. Otra vez el profeta señala lo vano de las costumbres religiosas (v. 20¿Para qué a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan.). Los sacrificios en sí no tienen la virtud que el hombre les quiere dar. No es como quien paga una infracción de tránsito. Los sacrificios que Dios pedía a su pueblo eran el primer paso de aquel que había decidido confesar su culpa y cambiar su forma de vivir. Es por esto que Dios pedía el oír su palabra y obedecer su ley antes que perfumes y ofrendas (v. 19Oye, tierra: He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley.).
También hoy, el gozar de la limpieza que la sangre de Cristo puede dar, va íntimamente ligado con el andar en comunión (1 Jn. 1:7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.). No podemos pedir perdón si antes no ha habido la decisión irrevocable de cambiar nuestra vida. Fue en busca de este arrepentimiento que fueron enviados a Babilonia, y es por esto que Dios disciplina a algunos el día de hoy.