Octubre 9

Jeremías 9:1-26Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

OJOS QUE VEN Y LLORAN

En este capítulo el futuro y el presente se sobreponen, algo muy frecuente en profecía. La realidad es lo que relata al final (v. 23Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. ). Había sabios, valientes y ricos, o al menos así se creían, que se alababan a sí mismos y que pensaban que por sus recursos podían alejar el día del castigo. No así el profeta, que no veía una ciudad próspera, segura y en paz. Él la veía “asolada como desierto” (v. 12¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase?). ¿La diferencia? Fe en Dios.

La misma fe que hace que una promesa sea una posesión, ve consumado todo castigo prometido por Dios. Por esto insta a los moradores a dejar sus fiestas y alabanzas vanas y a buscar aquello que los lleve a llorar su pecado y lamentar su condición. Pero, sin fe, esto era tarea imposible. Ojos que no ven, son ojos que no lloran.

Para traer al pueblo al arrepentimiento necesitaría de ajenjo y de hiel (v. 15Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel.), es decir, amargura y aflicción. El pueblo sería llevado cautivo y la ciudad arrasada.

Meditemos en esto: ¿Me veo yo como Dios me ve? Sólo cuando pueda hacer esto responderé como Dios quiere que responda.

“El Sembrador”
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