En el vientre del gran pez el profeta recapacita y hace lo que no hizo en el barco: ora. Su oración llegó “desde el vientre del pez” hasta el “santo templo” de Dios (v. 7Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.).
Al igual que los pensamientos de Cristo en la cruz, los de Jonás hallan expresión en citas de Los Salmos. En esta breve, pero apasionada oración, reconocemos parte de cuatro Salmos (3:8La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah; 31:22Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.; 42:7Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.; 69:1Sálvame, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma.) y hay más. Observemos que Jonás ora a “Jehová su Dios”. A pesar de su desobediencia, Dios no abandonó a su siervo; seguía siendo “su Dios”. En el peor momento de pobreza y vergüenza el hijo pródigo pudo decir: “Me levantaré e iré a mi padre” (Lc. 15:18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. ).
En la oración de Jonás observamos:
2. Confianza completa de que Dios lo escuchaba (v. 7Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.).
3. Confesión franca de su insensatez en seguir vanidades ilusorias abandonando las misericordias de Dios, al pensar que podía escapar de la consecuencia de su pecado (v. 8Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.).
4. Consagración, pues ofrece pagar lo prometido (v. 9Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.).
El Creador ordenó a su criatura vomitar a Jonás en tierra. No sabemos dónde fue echado.