Hay dos parábolas en nuestra lectura de hoy. La primera fue dicha porque el Señor observó “como escogían los primeros asientos a la mesa” (v. 7Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles). En ella enseña a no buscar el primer lugar porque “cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (v. 11Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido). También nos enseña a no invitar a aquellos que nos pueden recompensar. Seremos recompensados hoy o en la resurrección de los justos (v. 14y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos).
La segunda nace de lo que dijo un convidado (v. 15Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios). Resalta en ésta lo siguiente: los invitados a la cena rechazaron la invitación (vs. 21,2321Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 23Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa).
Aquí podemos ver ejemplificada la decisión de Pablo en cuanto a la predicación del evangelio (Hch. 28:28Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán; Ro. 11:11-24Ir a la Biblia en línea).
La lección es: “No te ensoberbezcas, sino teme” (Ro. 11:20Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme). ¿Es ésta nuestra actitud frente al rechazo de Israel por Dios? ¿Alguna vez hemos dado gracias a Dios porque alcanzamos misericordia? ¿Nos preocupamos por aquellos que fueron expulsados para que entráramos nosotros?
Oremos hoy por los judíos. “Aún hay lugar” (v. 22Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar) es lo que dice la voz del siervo (el Espíritu Santo).