Dentro de este marco de burla y escarnio, incredulidad y desprecio, es hermoso ver cómo nace en unos la fe.
1. Fe que cree lo poco que entiende.
El reo en la cruz entendió que estaba “en la misma condenación”, pero la de Cristo era injusta. Sobre la cruz estaba el título de REY, el Rey de justicia. ¿Desaparecería de la historia? ¡No!, regresaría victorioso, y porque creía esto le dice a Cristo: “Acuérdate de mí” (v. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino).
2. Fe que confiesa lo que cree.
El centurión había presenciado todo. Esta muerte no fue como la de otros reos. Éste no moría por sus propios pecados. Vio la mano de Dios tras los acontecimientos y por eso da gloria a Dios y confiesa: “Verdaderamente este hombre era justo” (v. 47Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo).
3. Fe que se queda contemplando para comprender más.
Estaban lejos, mirando. Tal vez no podamos acercarnos a las profundidades de estos momentos, pero, ¡qué hermosas lecciones aprendemos al ver el amor de Dios manifestado en Cristo (Ro. 5:8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros)! ¿Cuántas veces nos hemos detenido ante la cruz para contemplar al que murió en nuestro lugar? Al hacerlo nacerá en nosotros una plegaria, una confesión y el deseo de comprender más.