ABRIL 12

Hebreos 9:1-22Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

“¿CUÁNTO MÁS LA SANGRE DE CRISTO?”

La disposición del tabernáculo en Lugar Santo y Lugar Santísimo es interpretado por el Espíritu como un lugar aún no abierto (v. 8dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie). Esto nos lleva a un acontecimiento memorable cuando Cristo se ofreció a sí mismo mediante el Espíritu eterno a Dios (v. 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?; Mt. 27:51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron).

El velo roto nos habla de un “camino nuevo y vivo” (10:20por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne), por el cual ahora podemos entrar. Este camino fue consagrado por la sangre de Cristo. Esta sangre sellaría también el nuevo pacto (v. 18De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre).

La muerte de Cristo tiene para nosotros doble valor: somos declarados justos y por estar libres de todo cargo de la ley podemos ser declarados herederos (v. 15Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna). También, por su muerte, la herencia deja de ser promesa y pasa a ser realidad (v. 17Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.). Pero, dentro de toda esta maravilla de gracia y profundidad de la sabiduría de Dios, puede pasar desapercibida una verdad fundamental: todo esto es “para que sirváis al Dios vivo” (v. 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?).

La meta no es nuestro perdón, nuestra paz, nuestro gozo, etc., sino que, teniendo todo esto, estemos en condiciones óptimas para servir a nuestro Dios. ¿Se ha cumplido en nosotros este gran propósito de Dios?

“El Sembrador”
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