El escritor hace su segunda comparación:
Puntos semejantes. El apostolado lo recibieron de Dios. Su fidelidad era respaldo de su testimonio (éste es el punto más fuerte de la comparación y lo recogeremos en la lectura de mañana).
Puntos de contraste. Hacedor contra hechura; Hijo contra siervo; Propietario contra administrador.
Antes de dejar este pasaje hermoso meditemos en:
a) Tres títulos que son nuestros:
“Hermanos santos” (v. 1Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús), por nuestro nacimiento en la familia de Dios.
“Participantes del llamamiento celestial” (v. 1Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús). En nuestro trabajo no somos responsables al hombre sino a Dios.
Casa de Cristo (v. 6pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.). Nuestros privilegios se describen aquí, así como nuestras responsabilidades.
b) Un título doble de Cristo:
“Apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión” (v. 1Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús).
Esta consideración de Cristo no es sólo para llevarnos a la adoración; el “por tanto” liga este pensamiento con el capítulo anterior donde se nos habla de atender con diligencia. Si Cristo fue “fiel” (v. 2el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios), retengamos siempre firme “la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (v. 6pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza).