Ayer comentábamos frases de adoración; hoy pondremos al lado de ellas las que describen a un pueblo ingrato y rebelde, a pesar de todas las misericordias de Dios.
“Nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos. No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas” (vs. 16,1716Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos. 17No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste). “Te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas..., e hicieron grandes abominaciones” (v. 26Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones.). No todo era cosa de ellos, pues al final de la porción leemos: “nosotros hemos hecho lo malo” (v. 33Pero tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros; porque rectamente has hecho, mas nosotros hemos hecho lo malo).
La distancia entre lo que sabemos de Dios y la triste condición del ser humano es lo que nos mueve a adorarle. Dios nos acepta como sus siervos y nos muestra su misericordia. Esto ha de llevarnos a decir como ellos: “A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa” (v. 38A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos, firmada por nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes).
En el capítulo 10Ir a la Biblia en línea (sitio externo) aparece la lista de los que firmaron, prometiendo ser fieles a Jehová. Nosotros podemos añadir nuestra firma diciendo: “Amén”, si la lectura de este capítulo ha despertado en nosotros sentimientos de adoración y confesión.