Donde Dios derrama bendición pronto aparece Satanás para destruir y desanimar.
Aquí, los samaritanos son los emisarios de Satanás. Se acercan con amistad fingida, pero son rechazados con un rotundo ¡NO! Luego se acercan para intimidar. Su tercer ataque consiste en buscar testigos falsos y mandar una carta al rey de Persia acusando al pueblo de Dios de insubordinación. La carta contenía una mezcla de verdad y mentira, estrategia favorita de Satanás (la usó contra Esteban, contra Pablo y la sigue usando hoy).
El rey consultó sus libros y halló datos de rebeliones en Jerusalén contra los asirios, así que promulgó un decreto para que cesara la construcción hasta nueva orden (vs. 17-2217 El rey envió esta respuesta: A Rehum canciller, a Simsai secretario, a los demás compañeros suyos que habitan en Samaria, y a los demás del otro lado del río: Salud y paz. 18 La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí. 19 Y por mí fue dada orden y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; 20 y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas. 21 Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden. 22 Y mirad que no seáis negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?). El complot tuvo éxito, la obra fue interrumpida y el pueblo se atemorizó. No leemos de oración ni ruegos a Dios, pero Dios no abandona a su pueblo.
Mañana leeremos del ministerio de dos profetas, enviados por Dios, para que el pueblo recapacitara y levantara los ojos para ponerlos en Dios. Fe en Dios vence a todo adversario.