El momento era crítico. Aparentemente el enemigo había triunfado. Durante dos años el pueblo había vivido en desaliento y negligencia. Pero en momentos de oscuridad Dios envía sus profetas.
Próximamente estudiaremos los mensajes de Hageo y Zacarías, pero aquí vemos el resultado de su obra. Este ministerio conjunto tuvo excelentes resultados. Uno habló a la conciencia, el otro al corazón; uno corrigió, el otro consoló; uno hizo meditar en el presente, el otro los hizo contemplar el futuro. Se reinició el trabajo.
Hubo nueva oposición, pero esta vez Dios ayudó a los ancianos a contestar bien las preguntas de Tatnai, el gobernador. “Los ojos de Dios estaban sobre los ancianos” (v. 5Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto.). La orden dada por Ciro era la base legal; la confianza en Dios era la fuerza que movía los brazos caídos y así la luz del testimonio no se apagó.
Apliquemos estas lecciones a nuestra responsabilidad de edificar la iglesia de Cristo. Acatemos la exhortación que dice: “Hágase todo para edificación” (1 Co. 14:26¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.).