No basta edificar. Es necesario saber dar buen uso a lo edificado. Así que Nehemías hace provisión para la defensa de la ciudad dictando órdenes para controlar el horario de las puertas y los turnos de los porteros. Los que entraban en la ciudad tenían que hacerlo a la luz del día.
Las precauciones para defender la ciudad tienen aplicación en la iglesia; le dejamos a usted la aplicación a su vida personal. Hombres no regenerados, personas no sanas en doctrina y conducta, no deben ser bienvenidos en la iglesia (2 Jn. 10,1110Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! 11Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.).
A pesar de estas advertencias, algunos entran encubiertamente (Jud. 4Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.). Esto ocurrió en el primer siglo y sigue ocurriendo hoy. Nehemías se dio cuenta de que la población de la ciudad era poca en relación a su área (vs. 4,664Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y no había casas reedificadas. 66Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta) y el primer paso para remediar esta situación fue hacer un censo exacto. Hoy el problema de las ciudades es todo lo contrario.
Antes y hoy, datos precisos son importantes para toda buena planificación. ¿Sabemos contar (y agradecer) nuestros recursos antes de emprender una actividad espiritual?