Detrás de la oración de Daniel podemos ver estos elementos:
1. Conocer la Biblia. Para Daniel fueron los escritos proféticos de Jeremías (v. 2en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.).
2. Conocer a Dios. La soberanía, misericordia y justicia de Dios se entretejen en forma maravillosa en su oración.
3. Entender sus planes. El pueblo habría de implorar el favor de Jehová (v. 13Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad.), habiendo confesado su pecado y entendido la verdad.
Esta oración aparece en Baruc 1:15-3:18Ir a la Biblia en línea (sitio externo) (libro apócrifo) y es enviada a Jerusalén. Concluyamos pues que Daniel no la hizo en lugar del pueblo sino con el pueblo, para enseñarlo a orar. Dicho de otra manera: Daniel no creía en conferencias sobre la oración sino en reuniones de oración.
El contenido de la oración muestra dos propósitos: Exaltar la justicia de Dios y subrayar el pecado del pueblo que merecía tal castigo. Los argumentos que usa para fundamentar su petición son:
a) “Por amor del Señor” (v. 17Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor).
b) Por sus “muchas misericordias” (v. 18Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias).
c) Porque su “nombre es invocado” (v. 19Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo). Esto no cambia.
Oremos siempre con estas bases.