En la biografía de Daniel tres cosas se encadenan: su propósito de fidelidad a Dios (1:8Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse), la forma en que Dios lo amaba (9:23Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.) y los privilegios que le fueron concedidos de conocer los misterios de la voluntad de Dios (Ez. 28:3he aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto.; Dn. 9:22Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento).
No es de sorprendernos, pues, el detalle de esta profecía. Las setenta semanas abarcan el trato de Dios con los hebreos hasta el fin del tiempo. Entonces el pecado terminará porque: (1) habrá sido expiado y, (2) ya no habrá quien peque.
Se establecerá un reino justo, será cumplida (sellada) toda profecía y el “Santo de los santos” será ungido rey (v. 24Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos).
Toda profecía tiene vínculos en el presente, el futuro inmediato y el futuro lejano. Las setenta semanas están unidas en el presente a los setenta años de Jeremías (9:2en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.); en el futuro inmediato a la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén y su crucifixión (a las 69 semanas) y a su regreso glorioso previo al reino milenario (la semana 70) en el futuro lejano.
Esto nos coloca hoy ante la última semana cuando los muros de Jerusalén serán edificados con angustia (muro de las lamentaciones), la iglesia de Cristo está por ser arrebatada de la tierra y el anticristo está por reinar.