Es maravilloso cómo trabajó el Espíritu Santo para lograr la salvación del etíope.
1. Le guía a comprar y leer un rollo del profeta Isaías (v. 28volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.).
2. Insta a Felipe a ir a su encuentro (v. 29Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.).
3. Controla las circunstancias para que la lectura, mensaje y mensajero coincidan en el instante más apropiado (vs. 30,3130Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.).
4. Da palabras a Felipe para explicar el pasaje a uno que desconocía las costumbres hebreas sobre el altar y los sacrificios (v. 34Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?).
5. Abre el entendimiento del etíope (v. 35Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús).
6. Siembra el deseo de que confiese a Cristo en el bautismo (v. 36Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? ).
7. Satisface completamente el corazón y el recién convertido, ya bautizado, sigue “gozoso su camino” (v. 39Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.).
¿La lección? El poder del Espíritu es el mismo hoy. ¿Creemos que es capaz de convertir almas como lo hizo con el eunuco? Si así lo creemos, debiéramos concentrar nuestros esfuerzos en oración buscando que él controle: (a) Nuestras vidas para que hagamos su voluntad. (b) Las circunstancias. (c) A quienes escuchan, iluminando los pensamientos y abriendo los corazones. Lo triste es que, ante un evento, gastamos más tiempo y energías en juntas de planeación que en reuniones de oración.