Job nunca responde a los argumentos de Eliú, así que éste sigue hablando sin cambiar de tema. Vuelve a insistir que habla en nombre de Dios y pone en alto la justicia divina ante las acusaciones de Job.
Esto lo distingue de los tres amigos que hablaron anteriormente. La seguridad que tiene Eliú de estar diciendo la verdad (v. 4Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.) se considera arrogancia por unos expositores, pero creemos que debe hablar sin rodeos quien está consciente que el Espíritu de Dios lo está usando para comunicar verdades divinas.
“Dios es grande, pero no desestima a nadie” (v. 5He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.), dice Eliú. “No apartará de los justos sus ojos;... con los reyes los pondrá en trono para siempre” (v. 7No apartará de los justos sus ojos; Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, Y serán exaltados.). ¡Hermosa verdad! Esto es lo que Dios hace con los que aceptan el evangelio de su gracia.
Ana, en el Antiguo Testamento, y la madre de nuestro Señor en el Nuevo Testamento, alaban a Dios por esto mismo (1 S. 2:1-10Ir a la Biblia en línea (sitio externo); Lc. 1:46-55Ir a la Biblia en línea (sitio externo)). El que no acepta la gracia de Dios tendrá que afrontar su ira (v. 18Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.). No hay rescate que evite el golpe para los que tienen en poco “una salvación tan grande” (Heb. 2:3¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron).