De entre sus profecías de castigo y condenación surge este mensaje del evangelio de justicia. Se basa en tres verdades:
1. Nadie pagará por los pecados de otro (v. 4He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.). El hijo no morirá por los pecados del padre. “Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Ro. 14:12De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.).
2. Nadie podrá excusarse en sus antecedentes (vs. 5-20Ir a la Biblia en línea). Dios usa la secuencia: padre justo, hijo injusto, nieto justo y al analizar los cargos frente a cada uno dice: “el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo” (v. 20El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.). Pero hay más detrás de estas líneas: el hijo no puede excusarse tras los pecados de su padre y decir que él lo indujo a pecar por su ejemplo, pues cada quien debe tomar su decisión solo.
3. Hay lugar para el arrepentimiento (v. 21Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá.). Esto es lo más hermoso de este mensaje, pero el arrepentimiento ha de ser sincero y con fundamento firme (v. 27Y apartándose el impío de su impiedad que hizo, y haciendo según el derecho y la justicia, hará vivir su alma.).
La base firme no es nuestra promesa de fidelidad, sino Cristo. Es decir: Tenemos fe que él es capaz de cuidar todo lo que le pertenece (Jn. 10:28y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.).