Al seguir hablando de Tiro el profeta la compara con un navío engalanado exóticamente por las naciones de donde vinieron sus ancestros, y enriquecida por aquellas naciones con las que comerciaba. Ocho frases describen su grandeza: (v. 27Tus riquezas, tus mercaderías, tu tráfico, tus remeros, tus pilotos, tus calafateadores y los agentes de tus negocios, y todos tus hombres de guerra que hay en ti, con toda tu compañía que en medio de ti se halla, caerán en medio de los mares el día de tu caída.).
1. Tus riquezas. Las bellezas de construcción que podemos comparar con la personalidad humana de que tanto se jacta el mortal.
2. Tus mercaderías. Los bienes que producía.
3. Tu tráfico. Los bienes de los cuales sólo era retenedor temporal ya que los compraba de uno para vender a otro.
4. Tus remeros. La fuerza física de sus habitantes.
5. Tus pilotos. Su sabiduría y ciencia, pues eran los navegantes de más renombre en su época.
6. Tus calafateadores. Esto nos habla de tecnología y artesanía.
7. Los agentes de tus negocios. Genios de finanzas sería su nombre hoy.
8. Tus hombres de guerra. La fuerza bélica.
Todo esto nos resume una o más cosas de las que el hombre de hoy se jacta. ¡Cuidado! Esto es la antesala del orgullo que veremos castigado en la lectura de mañana. El capítulo cierra con la sentencia: “Dejarás de ser” (v. 36Los mercaderes en los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre dejarás de ser.).
Seamos advertidos contra el orgullo.