OCTUBRE 3

Ezequiel 3:1-27Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

“LA MANO DE JEHOVÁ”

Ezequiel testifica que la mano de Jehová “era fuerte sobre mí” (v. 14Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí.) y esto lo notamos en tres aspectos:

1. Fortificando su frente (v. 9Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.). Una frente que se doblega, reconoce la superioridad de la persona con quien se habla; una frente dura y erguida dice todo lo contrario. El pueblo la mantenía en alto, alimentando su grandeza con orgullo y vanidad (v. 7Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.). El profeta no debería bajar su frente ante el pueblo porque detrás, enviándolo, estaba “una voz de gran estruendo” (v. 12Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar), que nos habla de la gloria de Dios. Podemos comparar esto con: “Ninguno tenga en poco tu juventud” y: “Nadie te menosprecie” (1 Ti. 4:12Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza; Tit. 2:15Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.).

2. Señalando su responsabilidad: “Te he puesto por atalaya” (v. 17Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte). Como respuesta a la explicación de lo que le pasaría a quien se quedara callado está el “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Co. 9:16Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!). Tenemos la misma responsabilidad los que conocemos a Cristo.

3. Cerrando y abriendo su boca (vs. 26,2726Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde. 27Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.). También debemos aprender esta verdad: la palabra de Cristo ha de morar en nosotros antes que podamos enseñar y exhortar (Col. 3:16La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. ).

“El Sembrador”
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