Las promesas de Dios son fuente de fortaleza. Son como la llave que sacó al peregrino y a su compañero del Castillo de las Dudas en la alegoría de Juan Bunyán. Recordar los juicios de Dios produce cánticos en la noche (vs. 52-5452 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, Y me consolé. 53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos Que dejan tu ley. 54 Cánticos fueron para mí tus estatutos En la casa en donde fui extranjero.). Así sucedió con Pablo y Silas en Filipos (Hch. 16:25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.).
La obediencia es una virtud porque tenemos libertad en el ejercicio de nuestra voluntad. Se nos muestra el camino del bien y se nos advierte del peligro que hay en la senda del mal. Debemos considerar nuestros caminos y guardar la Palabra de Dios cuidadosamente.
La disciplina no es agradable mientras la sufrimos (Heb. 12:11Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.), pero más adelante, al recordar el amor del Padre que nos castigó y la sabiduría de sus consejos, diremos: “Bueno me es haber sido humillado” (v. 71Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.).
En esta sección vemos que el Padre que aflige también consuela. Amar la Palabra de Dios nos libra de sentirnos solos. Podemos disfrutar comunión con nuestro Creador y con todos los que andan en la luz.
En esta sección aprendemos a tener esperanza a pesar de muchos motivos para la desesperación. Al andar en el valle de sombra de muerte podemos recordar que nuestro Pastor está cerca y podemos clamar: “Ayúdame... Vivifícame” (vs. 86,8886 Todos tus mandamientos son verdad; Sin causa me persiguen; ayúdame. 88 Vivifícame conforme a tu misericordia, Y guardaré los testimonios de tu boca.).