En los relatos del juicio de Anás, Caifás, Pilato y Herodes que leemos en los cuatro evangelios, observamos cómo se cumplió esta palabra (Is. 53:7Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.). No es que no habló una sola palabra sino que no pronunció una sola en su defensa.
Hoy leeremos de tres preguntas a las cuales no dio respuesta.
1. ¿Qué enseñas? (v. 19Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.). Como respuesta llamó a sus seguidores, pero nadie vino a testificar de él (v. 21¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.).
2. ¿Qué has hecho? (v. 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?). Nuevamente indicó que los que lo habían visto andar entre ellos debieran testificar (v. 34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?).
3. ¿Quién eres? (v. 37Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.). Aquí hizo referencia a sus servidores (v. 36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.).
Hay una lección que aprender y aplicar: ¿Qué hubiera pasado si el pueblo y los discípulos hubieran dado testimonio a favor del Señor? ¿Podemos concluir que fue su silencio lo que clavó a Cristo en la cruz? Por otro lado, pensemos en el testimonio nuestro frente al mundo de hoy. Todavía pregunta lo mismo acerca de Cristo: ¿Qué dice, quién es, y qué hace? ¿Decimos toda la verdad? ¿Nos quedamos callados por miedo (19:38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.)? ¿Decimos una mentira (v. 27Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.)? Analicemos nuestra conducta como testigos del Señor Jesús (Hch. 1:8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.).