La razón por la cual el pueblo ignoraba el linaje y el lugar del nacimiento del Señor parece un enigma (v. 42¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?). Proponemos que debido a la matanza de los niños en tiempo de Herodes y su huida a Egipto, José, al volver, guarda en secreto todo esto.
Recordemos que fue por revelación divina que volvió a Galilea (Mt. 2:22Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea). Dios lo dispuso así porque el pueblo no tendría ya más revelaciones claras y directas (Mt. 13:13Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.). Sin embargo, hemos de marcar que había pruebas suficientes para todo aquel que buscara la verdad. Nicodemo es ejemplo de ello (v. 50Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos).
El “si” condicional de la oferta del Señor (v. 37En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.), tiene el mismo sentir. No era a los curiosos a los que se revelaría el Señor, y no era a todos a quienes les daría agua: era a los que tenían sed.
Sed es la sensación provocada en el cuerpo por la falta de agua; pero muchas veces diversas actividades o intereses provocan que el individuo no se dé cuenta de su necesidad y no sienta sed. Así es con el hombre: todos necesitamos de Dios, pero sólo algunos sentimos sed de Dios.