La pascua debía celebrarse el día catorce del mes primero, pero hubo unos que estaban inmundos por motivo de contacto con un muerto (v. 6Pero hubo algunos que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron celebrar la pascua aquel día; y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón aquel día). ¿Deberían esperar todo un año para poder celebrar la pascua? Moisés no sabía la respuesta a esa pregunta y consulta a Jehová. “Si alguno... tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.).
Dios responde a Moisés con permiso para celebrar la pascua otra vez el día catorce del mes segundo (v. 11En el mes segundo, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, la celebrarán; con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán.). La gracia de Dios brinda una segunda oportunidad y abarca aun al extranjero que moraba entre el pueblo. Así es la gracia de Dios hoy. Debemos juzgarnos y confesar nuestro pecado antes de participar de la Cena del Señor. Dios no dice: Pruébese y absténgase, sino que dice: “Pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” (1 Co. 11:28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.).
Tomemos nota de la severa advertencia al que pudiendo hacerlo, no celebraba la pascua (v. 13Mas el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua, la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado.) y sepamos apreciar nuestros privilegios.