Dios tiene dos comunicaciones importantes con Moisés (vs. 1,171Jehová habló a Moisés, diciendo: 17También habló Jehová a Moisés, diciendo:) y cada una empieza con las palabras reconfortantes: “Cuando hayáis entrado en la tierra...” (vs. 2,182Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy 18Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo). A pesar de los fracasos, el pueblo entraría a la tierra prometida. La fidelidad de Dios es superior a la inconstancia del hombre.
Al ver las leyes que normarían la conducta del pueblo y del extranjero que moraba entre ellos, observemos que repetidas veces dicen que una misma ley es para los dos. Observemos también las tres clases de ofrendas:
1. Ofrenda de gratitud al cosechar las primicias de la tierra (vs. 19-2119cuando comencéis a comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová. 20De lo primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la era, así la ofreceréis. 21De las primicias de vuestra masa daréis a Jehová ofrenda por vuestras generaciones.).
3. Ofrenda por el pecado de una persona en particular, también, hecho por yerro (vs. 27-2927Si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación. 28Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado. 29El nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. ).
Por último vemos el pecado hecho con soberbia, y no hay ofrenda para este tipo de pecado. Literalmente soberbia significa aquí: con la mano en alto; es decir, levantando el puño en reto directo a Dios y a sus mandamientos.