Una cosa que observaremos al leer este libro es que la nación de Israel, a pesar de ser un pueblo de dos o tres millones, no viajó en forma tumultuaria y desordenada. Al contrario, era un campamento ordenado, de acuerdo a un decreto divino, alrededor del tabernáculo.
Cada tribu y cada persona tenía definido su lugar y su tarea. Todo se hacía “decentemente y con orden” (1 Co. 14:40pero hágase todo decentemente y con orden.). Tres tribus acampaban de cada lado del tabernáculo: al oriente JUDÁ, Isacar y Zabulón; al sur RUBÉN, Simeón y Gad; al poniente EFRAÍN, Manasés y Benjamín; al norte DAN, Aser y Neftalí. El primero que se nombra de cada lado era jefe del contingente compuesto de tres tribus.
Hay lecciones en las banderas de estas tribus: Judá significa “alabanza”; Rubén, “ved un hijo”; Efraín, “fructífero” y Dan, “él juzgó”. El orden es importante: alabemos a Dios porque nos perdonó, nos dio la adopción de hijos y por su Espíritu podemos producir fruto para su gloria. Ante el Tribunal de Cristo seremos juzgados por nuestra respuesta a estas bendiciones.