Leemos que el primero vino a recibir al rey y el segundo a despedirlo; pero ambos se distinguen por sus hechos.
Mefi-boset hubiera acompañado a David en su exilio, pero fue engañado por su siervo Siba. Nos da una lección en cuanto a valores morales: no le importan las riquezas, no le importa librar su nombre de calumnias, sólo le interesa que su rey haya “vuelto en paz” (v. 30Y Mefi-boset dijo al rey: Deja que él las tome todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.).
Barzilai, junto con otros hombres principales de las provincias del otro lado del Jordán, había mostrado su hospitalidad a David (17:27-2927Luego que David llegó a Mahanaim, Sobi hijo de Nahas, de Rabá de los hijos de Amón, Maquir hijo de Amiel, de Lodebar, y Barzilai galaadita de Rogelim, 28trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, 29miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto.). David ahora buscaba corresponder a esa hospitalidad. La respuesta de Barzilai muestra su gran sabiduría. ¿Qué podría hacer un octogenario en la corte de un rey guerrero? ¿Podría adaptarse a nuevas costumbres? ¿Le sería agradable la algarabía de los cantores? No, por eso propone que Quimam (su hijo o nieto) tome su lugar. Este sí sería de más utilidad en la corte. Barzilai consideraba cómo ser de verdadera utilidad al rey, ¿pensamos igual que él?