JULIO 9

2 Samuel 7:1-29Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

LA ORACIÓN DE UN PASTOR

Algunos puntos para mejorar nuestra vida de oración:

1. ¿Qué pienso de mí mismo? No merezco lo que he recibido (v. 18Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?). Si tengo una dádiva de Dios, no es para que yo sea más, sino para que él sea engrandecido (v. 22Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.). Hay promesas con respecto a mi persona, mi casa y mi ministerio, pero me toca pedir que en su misericordia Dios tenga a bien cumplirlas (vs. 28,2928Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. 29Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre.). No puedo exigir su cumplimiento.

2. ¿Qué pienso de mi rebaño? Mi esposa, mis hijos, mi familia... mi iglesia, ¡no es mía, sino de Dios! Los tiene él como su propiedad “para siempre” (v. 24Porque tú estableciste a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y tú, oh Jehová, fuiste a ellos por Dios.).

3. ¿Qué pienso de mi sucesor? Muchos piensan en quién perpetuará su apellido, continuará su obra, guardará los secretos de una fórmula o un método. David pensaba en quién continuaría delante de Dios para siempre (v. 29Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre.). Lo importante no es pedir un puesto en el mundo, sino preservar delante de Dios el lugar que nos ha sido conferido.

“El Sembrador”
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