SEPTIEMBRE 23

2 Reyes 20:1-21Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

OTRA ORACIÓN DE EZEQUÍAS

Ayer Ezequias oraba por un problema nacional; hoy lo que hace brotar una oración del corazón del rey es un problema personal: su salud. La respuesta es notable e inmediata. Antes que Isaías llegara a la mitad del patio Dios le dio un nuevo mensaje para Ezequías: “Yo te sano” (v. 5Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. ).

La sanidad no viene esta vez en forma milagrosa, sino por el uso de un remedio: una masa de higos aplicada a la llaga. El milagro ocurre en la señal del reloj de Acáz donde la sombra vuelve atrás diez grados.

Pero el que nos dejó ejemplos tan buenos en sus oraciones termina su carrera cayendo víctima del orgullo y la ostentación.

Podemos aplicarnos la pregunta del profeta cuando tenemos visitas (v. 15Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu casa? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que no les mostrase.). ¿Qué ven en nuestra casa? Quiera Dios que lo que vean en las paredes, sobre la mesa, en los libreros y en la conducta sean cosas que edifican y que nos identifiquen como hijos de Dios. Ezequías no mostró cosas de valor eterno porque todo lo que vieron se perdería, sin quedar nada.

“El Sembrador”
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