“Arrepiéntete” es una amonestación que está en todas menos en tres cartas. Esmirna y Filadelfia no oyeron esta voz porque habían pasado la prueba y soportado la tentación (2:10No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.; 3:10Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.; Stg. 1:12Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.). A Tiatira no se le dijo porque al parecer ya era tarde: “Le he dado tiempo... pero no quiere...” (v. 21Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.). Vale la pena recordar Hebreos 3:12-1512Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. y notar que, aunque “el que tiene ojos como llama de fuego” (v. 18Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:) no les dice: “Arrepiéntete”, sí les deja una oportunidad de hacerlo (v. 22He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.). Debo cuidarme de la incredulidad y de pasar un juicio prematuro sobre el incrédulo.
“Unas pocas personas” (v. 4Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.), son palabras consoladoras. Diferentes a Sodoma y Gomorra donde Dios no halló ni diez justos (Gn. 18:32Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.). Aquí, como en los 20 siglos del cristianismo, Dios tiene su rebaño pequeño de fieles que guardan su ley. La época de estas dos cartas es el auge del romanismo (Tiatira) y el de la Reforma (Sardis). La historia da testimonio que a través de todos estos años había creyentes sencillos en las cumbres de los Alpes o en los densos bosques de Europa Central, que guardaban la sencillez de las doctrinas del Señor.