Al abrirse las puertas del cielo esto fue lo primero que Juan vio. El cuadro tenía en su centro “un trono establecido” (v. 2Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.), esto dice que dudas, diferencias, disturbios, disidentes, detractores, etc., han sido abolidos: sólo hay “uno” sentado en el trono. Del trono salían relámpagos y truenos. Esto nos recuerda al Sinaí (Éx. 20:18Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.), y nos habla de santidad. Había 24 ancianos y 4 seres vivientes que rodeaban el trono: esto nos marca el lugar céntrico que Dios ocupa. También leemos cómo los seres vivientes alababan y los 24 ancianos se postraban. La adoración es palabras y es acción.
Un análisis. Éste es el cuadro de la iglesia en la eternidad, ¿cómo es el cuadro de la iglesia hoy? ¿Qué es lo primero que vería un extraño si se asomara por la puerta del lugar donde nos reunimos? ¿Divisiones, lugares vacíos, indiferencia...? ¡Qué mal! ¿Mucha actividad, cantos, predicaciones, etc...? ¡Aún no es lo óptimo! Debe vernos adorando en palabras y con hechos a quien amamos; debe ver a Cristo en el centro, rodeado de un ambiente de santidad y armonía.