“Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”
El trimestre pasado vimos que el evangelio es: “___________________________
___________________________________________________________ “ (Ro. 1:16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego)
Las tres partes de la parábola de Lucas 15 nos enseñan más de esta verdad:
1. Hay un Pastor que perdona nuestro pecado (nos descarriamos) y va en nuestra búsqueda, pero también nos pone en sus hombros, nos lleva al redil, y va delante de nosotros para que le sigamos sin salirnos del camino (Jn. 10:4,5,27,28 4Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños 27Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. ).
2. Hay una mano que barre y nos busca entre el polvo y detrás de los muebles (caímos de nuestro lugar de privilegio), y lo hace hasta hallarnos. Pero esta mano también nos limpia, pule y restaura. Volvemos a tener comunión con Dios.
3. Hay un corazón que espera nuestro arrepentimiento y el momento en que decidamos volver, arrepentidos, a la casa de nuestro Padre (fuimos ingratos). Pero nuestro Padre cambiará nuestras ropas y nos devolverá el lugar a su mesa.
¿Conoces este poder restaurador? ¿Volverás a perderte? ¿Caerás nuevamente de tu lugar de comunión con Dios? ¿Volverás a mostrar ingratitud? Analiza cómo es tu fe en el poder de Dios. Si tu fe está fundada en el poder de Dios, ya no te pasará lo que le pasó a la oveja, a la moneda o al hijo.
La parábola que estudiamos nos da tres lecciones:
1. La grandeza del amor de Dios. Amor que busca, que persevera, que sabe hacer lo indicado.
2. La transformación que opera el poder de Dios. Nos restaura al mismo lugar de antes, pero con una lección aprendida que nos hará diferentes a los demás, porque hemos conocido el amor de Dios.
3. El compromiso de los que han sido transformados por el poder de Dios. Podemos y debemos ser diferentes por el amor y el poder de Dios en nosotros.
Ciertamente hay “gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente” (15:7Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento), pero también lo hay cuando un hijo de Dios anda “en la verdad”. Traigamos doble gozo al cielo: ganando almas, y andando como Cristo anduvo.