NOVIEMBRE 10

Ezequiel 40:1-49Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

LA MANO DE JEHOVÁ

Esta es la segunda vez que la mano de Jehová lleva al profeta a Jerusalén (8:3Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.; v. 2En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur.). Un varón de igual descripción lo recibe en ambos casos. El bronce refulgente nos habla de actividad en el ministerio de Dios.

Lo que observó en ambos casos fue muy diferente; la primera vez fue la Jerusalén que había dejado, llena de abominaciones y pecado. La segunda vez, una Jerusalén en el futuro, llena de gloria y magnificencia, con la presencia de Jehová en ella. El contraste entre ambas es total.

El varón de esta ocasión lleva instrumentos de medición: el cordel para medidas largas y la caña para medir lo más corto. Las instrucciones al profeta son de interés: “Mira” y: “Oye”, para poder captar la verdad. “Pon tu corazón”, para guardar la verdad y: “Cuenta todo lo que ves”, para que no haya excusa (v. 4Y me habló aquel varón, diciendo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón a todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel.).

Poner el corazón, no es tratar de entender ni discutir los detalles, es hacer la voluntad de Dios diligentemente sin perder detalle alguno y guardar las proporciones. ¿Hacemos esto cuando Dios nos muestra algo?

“El Sembrador”
La Semilla es la Palabra de Dios
Apartado Postal 28,
94300, Orizaba, Ver., México.
xm.gro.rodarbmesle@rodarbmesle