La primera parte del salmo nos invita a participar en un cántico alegre; la segunda parte en un conflicto, acompañando a nuestro Capitán en la batalla final entre el bien y el mal (Ap. 19:14Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.).
El último salmo nos lleva al apogeo del movimiento que hemos notado en este libro. El conflicto ha terminado con la victoria de Dios y la creación entera se une para ensalzar su nombre. Hay respuesta a cuatro preguntas sobre la adoración:
1. ¿DÓNDE? (v. 1Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento.). “En su santuario” y “en la magnificencia de su firmamento”; en cielo y tierra, en todo lugar.
2. ¿POR QUÉ? (v. 2Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.). “Por sus proezas” y “su grandeza”, es decir, por lo que ha hecho y lo que es.
3. ¿CÓMO? (vs. 3-53 Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. 4 Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. 5 Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo.). Con toda clase de instrumentos: de viento, de cuerdas, de percusión.
4. ¿QUIÉNES? (v. 6Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya.). “Todo lo que respira”. Incluye todo y no excluye nada. Más que una exhortación este salmo es una profecía del día venidero cuando toda lengua confesará “que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.).