Pablo ha comparado su cuerpo con un vaso de barro y lo ha descrito como hombre exterior. Aquí lo llama “morada terrestre” y tabernáculo que se deshace. Pero espera “un edificio, una casa no hecha de manos” (v. 1Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.), una habitación eterna.
Mientras estamos en el cuerpo mortal debemos tener cuidado de lo que hacemos, ya que hay un tribunal ante el cual seremos juzgados (v. 10Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.). El móvil de todo servicio debe ser el amor a Cristo (v. 14Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron). Él murió por nosotros y ahora debemos vivir para servirle. Nos ha dado el ministerio de reconciliación y éste es el propósito de Dios hacia el hombre.
Hay tres actitudes que podemos adoptar:
1. Rebelión. El anarquista quiere quitar toda ley y todo gobierno.
2. Resignación. Ésta es la actitud del estoico, del budista, del místico, que huye de la realidad.
3. Reconciliación. Ésta es tanto la actitud como la actividad del cristiano que es embajador ante el mundo. La esencia de su mensaje es (v. 21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.):
a) Santidad. Cristo “no conoció pecado”,
b) Sustitución. “Por nosotros lo hizo pecado”, y
c) Santificación. “Hechos justicia de Dios en él”.