DOS verdades subsisten a través de los veinte años que Jacob pasó fuera de su casa: la misericordia de Dios nunca falta y los efectos del pecado siempre se cosechan.
Mahanaim, lugar de encuentro con ángeles, asegura la primera verdad (vs. 1,21Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.); el inminente encuentro con Esaú y 400 hombres, recalca la segunda (vs. 3-6 3Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. 4Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; 5y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos. 6Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él.). Esto produce temor y angustia en Jacob. Su conciencia le acusa y vemos otra vez la costumbre de tratar de sacar ventaja y el mejor partido de cada circunstancia. Cae de rodillas y ora, pero después de haber trazado planes para protegerse. Recuerda las promesas de Dios (vs. 9,129Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien 12Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.), confiesa su indignidad (v. 1010menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos.) y hace peticiones (v. 1111Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos.). La oración es completa y hermosa. Al levantarse de sus rodillas sigue haciendo planes. ¿En cuánto calcula el lector el regalo que Jacob manda a su hermano? (vs. 14,1514doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos.).
Antes de condenar a Jacob por estas actitudes contradictorias preguntémonos: ¿Qué hago yo? ¿Confío en Dios de todo corazón, o procuro ayudarle usando sutilezas y estrategias humanas, con medios no siempre del todo honestos, para lograr lo que deseo?