La fe de Rode, aunque pequeña, nos da un ejemplo. Herodes, buscando complacer a los judíos, se había dado a la tarea de perseguir a la iglesia. Pedro fue encarcelado, pero un ángel del Señor vino a librarlo. Tomemos la historia desde este punto:
1. “Muchos estaban reunidos orando” (v. 12Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.). Los que se entregan a la oración no tienen tiempo de preocuparse ni de pensar en las alternativas. Todos los hombres sufrimos problemas: los insensatos se quedan con ellos y los sabios los llevan a Dios en oración.
2. Rode “aseguraba” que la oración ya había sido contestada (v. 15Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! ). ¡Cuántos hay que se admiran cuando Dios contesta una oración! Así pasó con los demás. Habían orado por Pedro y cuando éste, libertado por Dios, llama a la puerta, no lo quieren creer. Con Rode no pasó así. Sintió una enorme emoción al comprobar que Dios oyó su oración.
3. “Pedro persistía en llamar” (v. 16Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.). No fue fácil para Rode el convencer a los demás que deberían abrir la puerta. Tal vez pensaban en una nueva redada de creyentes dirigida por Herodes. Oración, visión y acción se conjugan en Rode. Imitémosla. Nuestras reuniones de oración se transformarán.