Hay tres en este pasaje, meditemos en ellos:
1. OBEDIENCIA. Debemos obedecer a aquel ante quien doblamos la rodilla confesándole como Señor. Pablo exhorta a los filipenses a depender directamente de Dios, y a no apoyarse en un siervo de Dios para poder obedecer. Ya había dicho esto antes (1:27Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio; 2:12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor). Debemos poner los ojos en Jesús e imitar su ejemplo de obediencia (v. 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.).
2. DILIGENCIA. “Ocupaos en vuestra salvación”. Debemos añadir a nuestra fe, virtud y muchas cosas más que no nos permitirán “estar ociosos ni sin fruto” (2 P. 1:5-85vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.). En esta actividad no cabe la murmuración ni la contienda, pero sí la intervención divina ya que Dios nos da tanto “el querer como el hacer, por su buena voluntad” (v. 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.).
3. REFULGENCIA. Debemos resplandecer “como luminares en el mundo”, reflejando la gloria del Señor a quien contemplamos en la primera parte del capítulo. El mundo es muy oscuro. La “generación maligna y perversa” que nos rodea necesita la luz del evangelio.
¿Son visibles estos rasgos en mí?