Este capítulo nos da una lección de evangelismo personal. Si quiero que una persona confiese a Cristo como Señor y Salvador debo seguir estos pasos:
1. Dios y la necesidad. Toda necesidad temporal y externa tiene sus raíces en una que es más profunda. Aquí “la sed” es la necesidad de que se habla (vs. 10,13,1410Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.).
2. Dios y la verdad. Presentar la Palabra de Dios como la verdad es fundamental. Temas científicos, filosóficos, sociales, etc., son buenos para afirmar la fe en la Biblia, pero no hay como dejar que la Biblia misma hable, así contestarán: “Me ha dicho todo cuanto he hecho” (v. 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?).
3. Dios y Cristo. Presentar la obra de Cristo es el tercer tema. Pero veamos la fuerza con que esta verdad ha de presentarse para provocar una reacción tan dramática. La mujer dejó su cántaro (v. 28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres), salió a testificar de Cristo (v. 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?), y lo que es más: logró resultados (v. 42y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.).
Cuando no se logra esto es bueno preguntarse: ¿Cómo es el Cristo que yo presenté? ¿Fue el Siervo que vino a dar su vida por mí, o el Señor que pide que le dé mi vida? ¿Fue el Redentor que desató mis cadenas o el Rey que me reclama como su esclavo?